Por Francesca Martini
Gran porcentaje del impacto medioambiental que generan los productos y servicios que utilizamos en el día a día son determinados en la fase de diseño. El diseño de servicios puede jugar un rol fundamental en este aspecto al generar un cambio en la mirada con la que enfrentamos proyectos, incentivando al usuario a compartir y no a poseer.
Diseño sostenible
Actualmente nos encontramos en una etapa crucial para el futuro del planeta, y los usuarios son cada día más conscientes de que se requieren cambios. En Chile no nos quedamos atrás. De acuerdo a un estudio elaborado por el “Climate and Public Opinions International Observatory” en 30 países, Chile es el país en el que más ha crecido la preocupación por el medio ambiente (2019).
Dado lo anterior, hay una tendencia hacia el uso y reconocimiento de marcas o empresas que tengan un enfoque sostenible. Pero , ¿qué entendemos a partir de dicho concepto? Como parte de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), la ONU declara que “El consumo y la producción sostenibles consisten en hacer más y mejor con menos (…) se trata de desvincular el crecimiento económico de la degradación medioambiental, aumentar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida sostenibles.”
Si bien existen esfuerzos individuales, como disminuir el consumo o reciclar los desechos, se vuelve prácticamente imposible desvincularse del sistema y lograr dicho objetivo sin tener a las empresas y organizaciones del lado de las personas. Es aquí donde el diseño de servicios puede intervenir y ayudar a los diferentes actores a pasar de un sistema lineal de “comprar, utilizar y desechar” a uno circular.
¿Qué hace el diseño sostenible?
Por un lado, podemos invitar a las empresas y organizaciones a resolver las necesidades de sus clientes a través de “sistemas producto-servicio”, es decir, modelos de negocios enfocados en servicios que reemplazan la venta de productos mediante la venta de servicios o un mezcla de ambos. Estos sistemas se enfocan en responder a las necesidades del cliente – por ejemplo “necesito lavar mi ropa” – y no en la compra de productos –por ejemplo “necesito una máquina para lavar mi ropa”. En esencia, cambian la perspectiva de ser propietario de un producto hacia el rendimiento o utilidad del mismo y , por consecuencia, hacia el impacto que tiene durante su ciclo de vida.
Por otra parte, también se puede redefinir la relación entre la empresa y el cliente, buscando involucrar a este último para que forme parte en la devolución de materiales o productos y así reinsertarlo en la cadena de suministros. En este caso existen ejemplos como “Daisy”, el robot que implementó Apple para recuperar materiales de dispositivos en desuso o productos que tienen un fácil desmontaje para reciclar sus partes.Otro caso interesante es el de Nespresso, el cual sumó a su servicio de venta de máquinas y café el servicio de recepción y reutilización de cápsulas, a modo de cerrar el circuito del desecho mediante un servicio. El metal recolectado es luego usado en la confección misma de los aparatos.
Es así como se vislumbra la relevancia del diseño como puente hacia un futuro sostenible: redefiniendo problemas, explorando soluciones e invitando no sólo a las empresas, sino que también a los consumidores a reconocer el valor de estos nuevos modelos y a generar viajes de usuario que incorporen esta mirada tendiendo, en el largo plazo, a que no sea necesario poseer un producto, sino que cuestionarse mediante qué servicio podemos encontrarlo.